Dolarización y neoliberalismo
La dolarización supone la aniquilación de la moneda nacional del país al cual se le aplica la medida con el propósito de que el dólar estadunidense se imponga como medio de pago y como mecanismo del saqueo transnacional.Es un proceso en el que la élite política y económica, arrodillada y mantenida por el imperialismo, finiquita una de las cláusulas más importantes del proyecto neoliberal: la desaparición del Estado-nación (y de la soberanía política) en el ámbito económico.
Ya en la década de 1980 y 1990, con la definitiva imposición del capital financiero-especulativo sobre Latinoamérica, la dolarización representaba una consecuencia lógica ante el saqueo propinado aguas abajo por la burguesía parasitaria nacional desde principios del siglo XX.
Estos negociadores que se encargaron de expoliar intensamente la renta producida por la extracción de recursos energéticos y minerales, caso Ecuador, protagonizarían la entrega definitiva para que la dolarización impusiera un nuevo ciclo de acumulación desde los sectores finales e intermedios de la economía (comercio, exportación transnacional y especulación financiera). El para nada paradisíaco paraíso fiscal.
Los primeros efectos de la dolarización en Ecuador y El Salvador beneficiaron enormemente al sector financiero y al crecimiento económico artificial (la gente consume menos, pero el país exporta más hojillas de afeitar). Lo mismo pasó en Argentina cuando Menem implementó la cuasidolarización con la Ley de Convertibilidad del Austral.
Los países dolarizados en Latinoamérica son Ecuador, El Salvador y Panamá. Argentina estuvo así de cerca
Ejemplos históricos y política de la dolarización
Si en Venezuela no ocurre el Sacudón del 89 que llevó al Comandante Chávez al poder, seguramente Caldera, luego del shock neoliberal impuesto por el FMI, hubiera sido objeto de presiones para dolarizar al país. Es la última etapa del neoliberalismo: consagración de un dilatado y extendido proceso de guerra financiera contra los países latinoamericanos.
Los países que se encuentran dolarizados en Latinoamérica son: Ecuador, El Salvador y Panamá. Argentina estuvo así de cerca.
En Ecuador la economía se dolariza en el año 2000 luego de varias crisis financieras (orquestadas por el parasitismo bancario). Este sector le propinó un daño estructural al país (devaluación e hiperinflación) para luego justificar la necesidad de ser "salvados" (y beneficiados) por la dolarización.
La Ley de Régimen monetario y Banco del Estado fue el primer mecanismo legal que oficializó la dolarización.
Se legalizó la liberalización financiera autorizando que la banca extranjera incursionara en el sector financiero ecuatoriano, consiguiendo a partir de esa concesión el libre financiamiento de la exportación en desmedro de la producción nacional y del trabajo asalariado. Se institucionalizó la fuga de capitales y el 20% más ricoostentaba el 60% del ingreso nacional en divisas.
Flexibilización del sistema tributario, fiscal y laboral de la nación, disminuyendo las acciones impositivas y regulatorias hacia las principales transnacionales con el objetivo de promover el saqueo de exportación.
Reducción en la inversión social estatal. Los grandes carteles económicos extranjeros asumirían la especulación como modelo en áreas estratégicas del país (salud, vivienda, educación, etc.).
Al presidente Correa no se la pusieron nada fácil con la dolarización. Cercenar los espacios de gestión económica del Estado es sin duda un golpe certero para la capacidad de decisión política de cualquier presidente en un contexto en el que internacionalmente el país está expuesto a la saña financiera-especulativa de la banca internacional y el sistema financiero global (organismos multilaterales como el FMI, así como asociaciones financieras tipo el banco de inversiones más grande del mundo, Black Rock).
Sin embargo, el Gobierno de Correa le ha puesto coto a la banca saneando parcialmente la desbandada saqueadora que se inició en el año 2000.
El Salvador fue dolarizado el mismo año que Ecuador bajo la Ley de Integración Monetaria. El país centroamericano tiene un aparato productivo bastante disminuido y básicamente vive de las remesas que envían los ciudadanos desde el Imperio de la esclavitud.
Durante el primer año de dolarización, el Gobierno salvadoreño aumentó las tasas de interés para beneficiar las exportaciones estadunidenses estancando el sector comercial y productivo de la nación. Se eliminaron los impuestos de importación, las restricciones arancelarias y se aumentó el IVA con el objetivo de favorecer al sector financiero imperial.
Como El Salvador perdió la capacidad de imprimir moneda y financiar con autonomía el gasto público, 13 días luego de la dolarización ocurrió un terremoto importante y el Estado no pudo responder ante el desastre. Se tuvo que apegar a la caridad internacional, pues había desaparecido su capacidad política de gestionar la economía.
Luego de la dolarización, El Salvador tiene una pobreza calculada por el orden de 34%.
Hoy por hoy, el presidente Sánchez Cerén pelea en el mismo frente que el presidente Correa.
Panamá está dolarizado desde el año 1904 en el marco de la construcción del Canal interoceánico. Esta maniobra fue aplicada con el objetivo de eliminar las barreras arancelarias y los impuestos para beneficiar las exportaciones desde ese país, además de promover la inyección libre de capital financiero que sólo beneficia a las grandes empresas (paraíso fiscal).
La dolarización se traduce en neoliberalismo, en el desmontaje del Estado con respecto a la economía
Hipótesis
Cuando una economía es dolarizada, el Estado pierde la prerrogativa en cuanto a la política económica. Al no tener la capacidad de producir dinero (política monetaria), tampoco tiene la posibilidad de construir estrategias para las inversiones de forma soberana. De igual forma, tiene que bajar la cabeza y reducir los márgenes de acción en el ámbito fiscal y tributario, pues una de las premisas de la dolarización (en teoría) es estimular la producción, las exportaciones, convertir la economía en un hecho atractivo para la inversión extranjera y detener la inflación.
Pero en la práctica la dolarización se traduce en neoliberalismo, en el desmontaje del Estado con respecto a la economía.
El control cambiario vigente en nuestro país no sólo permite impedir la fuga de capitales, sino que otorga al Estado la capacidad de decidir políticamente a quién sí y a quién no otorgarle divisas, hacia dónde dirigir los dólares y utilizar el gasto público para financiar proyectos de inversión social. Por ejemplo, si se caotiza el mercado internacional de materias primas (petróleo, hierro, oro, etc.), Venezuela puede imprimir dinero para paliar los desequilibrios económicos que genera la situación. Con la dolarización se pierde esta capacidad.
Tampoco puede controlar la salida de dólares del país. La economía se sobreexpone a la saña del capital especulativo extranjero.
Si Venezuela (hipotéticamente) fuera dolarizada el día de mañana, el Estado perdería esta capacidad de decisión económica. No existiría la Gran Misión Vivienda Venezuela, ya que las inmobiliarias gringas (y europeas) serían las privilegiadas para construir urbanismos altamente costosos. No existiría la Gran Misión AgroVenezuela, ya que Monsanto y Dupont serían los primeros beneficiados para "invertir" (transgénicamente) en el campo venezolano. No existiría Barrio Adentro, Mercal ni Pdval. Se desmontaría la Seguridad Social, los CestaTickets y cualquier otro subsidio directo. Toda gestión económica nacional y soberana desaparecería en tan sólo instantes para beneficiar a banqueros y empresas extranjeras.
La especulación se vestiría de verde, y no existirá Gobierno Bolivariano que subsidie y parapetee los desequilibrios económicos que se profundizarían vertiginosamente. "Allá tú" te mandarían a decir Mendoza y Roig. Felices de que Washington cabalgue de mano en mano, narrando con prepotencia imperial su victoria sobre Bolívar. Al final del día, Washington es el verdadero padre de la patria en su dolarizado espíritu.
El Estado no puede, luego de la dolarización, negarle los dólares al capital especulativo-financiero, a la oligarquía parasitaria y a los grandes carteles de la importación. No puede imponer medidas que desfavorezcan las exportaciones gringas y europeas, o las importaciones gringas o europeas. El Banco Central de Venezuela (BCV), como lo conocemos hoy, sería convertido en un grandísimo centro comercial. Al lado estaría, obviamente, una gigantesca sucursal de Citibank otorgando créditos impagables.
La dolarización no cura la inflación, y menos en Venezuela donde la sobrefacturación de divisas y la fijación de precios es totalmente mafiosa y delincuencial. Los parásitos serían felices, eso sí que es seguro. Irían con la inmensa cantidad de bolívares que poseen tras años y años de especulación cambiaria y se llevarían hasta el último dólar de las Reservas Internacionales con el objetivo de hacer negocios con la gran banca internacional, con las grandes empresas trasnacionales, consiguiendo importar todo lo que les dé la gana para luego poner el precio que les dé la gana. Eso sí, en dólares.
Y capaz después de eso la inflación será de 0,5%, pero las apuestas para comprar dólares empiezan en miles y miles de dólares que ni tú ni yo tendremos, pues el cálculo estaría hecho a dólar paralelo. "Cuántos bolívares tienes y te diré quién eres", te mandarían a decir Escotet y Cisneros.
A ver si por esta vía los medios que plantean "el debate" o quienes no tienen ningún problema en promoverlo abiertamente cogen dato, o se pasan, pragmáticamente, al otro lado.
Si Venezuela estuviese dolarizada (como aspiran los parásitos de ayer y hoy) no podría tener una política fiscal y tributaria autónoma
Caso Ford
Aunque Ford Motors Venezuela presiona por obtener un permiso del Gobierno nacional para vender automóviles en dólares, los operadores de la matriz (Cedice) relacionados estrechamente con el sector financiero transnacional catapultaron la declaración unilateral de la representante de dicha empresa en el país dando por hecho que en Venezuela se estaba comenzando un proceso de dolarización.
Pero más allá del tratamiento mediático que se le ha dado al tema, es necesario interpelar la actividad parasitaria del sector automotriz y cómo se ha consituido en un saqueador voraz de divisas preferenciales.
Nada más en el año 2014, según cifras oficiales de Cencoex, Ford Motors de Venezuela recibió más de 39 millones de dólares (preferenciales) para la importación de materias primas y sustitución/refacción de maquinarias, además de garantizar la repatriación de las ganancias de esta trasnacional hacia la casa matriz. Es decir, la nación subsidia la importación y las ganancias de este sector parasitario, diseñado y configurado sistémicamente para saquear dólares y especular en bolívares.
La lógica impregnada en el sector automotriz transnacional es dañina y estructuralmente perversa, pensada para la guerra económica. Tanto es así, que en un contexto de ampliación del consumo y de la capacidad de compra, la sastisfacción de esa necesidad se traduce inmediatamente en el saqueo de las divisas que produce, única y exclusivamente, el Estado venezolano.
En este sentido, la demanda exponencial de dicho producto sólo puede ser suplida vía robo transnacional de los petrodólares, restándole preeminencia a sectores verdaderamente estratégicos para la economía nacional.
El bolívar, más allá de ser una moneda para transar mercancías, es un mecanismo de protección económica. Si Venezuela estuviese dolarizada (como aspiran los parásitos de ayer y hoy) no podría tener una política fiscal y tributaria autónoma. Es decir, el salario, la capacidad de consumo y la producción estarían sujetas al shock externo, a las manipulaciones cambiarias y energéticas orquestadas desde el poder global.
En criollo: el Gobierno sólo puede aumentar salarios y elevar la capacidad de consumo cuando los precios petroleros (ampliamente manipulables) así lo permiten. Si estos bajan por decisión de la élite financiera norteameriana, usted se jodió. Por esa razón el bolívar y la direccionalidad económica del Gobierno Bolivariano permiten que, en un contexto donde los precios petroleros se han venido abajo, el nivel de los salarios sigan estables y en aumento permanente.
La capacidad que tiene el Estado venezolano para gestionar la economía demuestra que el sueño dolarizador está bien lejos de consagrarse, sin que esto signifique que los principales operadores de la guerra económica no lo seguirán intentando.
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